Vuelve el ave de altos vuelos
a reinar sobre los cielos del Caribe.
Es la indómita Quisqueya
con las alas extendidas
con destino hacia la excelsitud
y los anhelados ideales
de mi patria agonizante.
Enderezará su vuelo
la política encorvada,
iluminarán sus acrobacias
el semblante mancillado de nuestra nación.
Y veremos resurgir de nuestra historia
a una raza de idealistas
que germine y que florezca
entre espinos y pedruscos;
y veremos a una estirpe que da frutos
de posibles perfeccionamientos de moral.
Y del trono caerán los promotores
de pobreza y de mediocridad
con el rostro saturado
de vergüenzas indelebles.
¡No condenaremos al olvido
las infamias cometidas a mi pueblo!
¡Tomaremos el timón del liderazgo
en la tierra del verano eterno!
Sí, nosotros
y otros tantos soñadores, visionarios ejemplares.
Y diseñaremos un progreso quisqueyano
de cacao orgánico
con sabor a puro arte,
con sabor a tierra fértil,
con sabor a patria y libertad.
Nos domina el ideal del cambio.
Ha llegado el tiempo de ese cambio
progresista y verdadero.
No es el cambio que antes nos vendieron desde arriba
en la tienda de la mezquindad.
Nos vendieron fantasías improductivas
y compramos por montones sus palabrerías.
Pero hoy decimos ¡BASTA!
Basta de llenar con enfermizas esperanzas
los inmaculados corazones de este pueblo.
Madrugada del 5 de julio,
muéstranos tu luna de trueno
en toda su magnificencia
y la miraremos a los ojos sin temor alguno.
Nuestro ejército se regocijará
con la cara del eclipse penumbral
y al amanecer despertaremos con más fuerzas,
preparados para la victoria irrebatible.
Hoy nos mueve la ilusión y la esperanza
de cambiar el rumbo de la historia
para no morirnos,
para que no nos maten,
nos roben, nos violen
y nos sigan engañando desde arriba.
Y sí, nuestra patria necesita sangre nueva.
Lo creemos,
pero no porque lo ha dicho aquel
que ha pisoteado, malogrado y profanado
el vestido blanco de la carta magna,
ensanchando con descaro incomparable
sus deseos de endiosamiento terrenal.
Nos robaron el color de las mañanas,
pero no nos robarán el porvenir,
pero no nos robarán la dignidad.
Creemos que Quisqueya necesita sangre nueva
porque así lo pregonan
nuestras más profundas convicciones idealistas.
¡Anhelamos una sangre nueva!
¡Nunca más como aquella sangre impura!
Anhelamos una sangre que jamás se torne púrpura.
Esta vez queremos una sangre rosa,
transparente,
una sangre rosa que conciba un ideal
con aroma del café de nuestros campos,
una sangre rosa que conciba un ideal
como el canto de las playas nuestras
de belleza incomparable.
No queremos ver en blanco y negro nuestro porvenir.
Es preciso que pintemos nuestros sueños
con la verdadera democracia que anhelamos
los románticos valientes quisqueyanos.
Vamos a pintar con sangre rosa
el histórico momento del país.
La Dama de Vermut