Ellos:
Hemos sido rechazados por el mundo,
por el mismo mundo
que le pone una corona de alabanza
a la mediocridad
y condena a los incomprendidos virtuosos
al rincón del abandono.
¡Cuán amargo es despertar en las mañanas
con la vida malgastada
de tanto y tanto luchar!
Pero tú, mi perversa Dama de Vermut,
no estás sola en el espejo,
aquí estoy para endulzar
tus amargas pesadumbres en el tártaro.
No maldigas ese amor que echó raíces en tu alma.
Ya no sigas cultivando tanta oscuridad
en el huerto abandonado de tu pecho.
Deja que florezca allí el olvido
y mañana volverán los ruiseñores desde el norte
con mil voces nuevas para enamorarte.
No maldigas el enigma
con que se vestía su voz añil
de divino encantamiento
ni el efímero placer de sus caricias adictivas.
Ya no sigas profanando los altares
de tu verso inmaculado
invocando ese pasado de titanes y desgracias.
Aunque estés encadenada al inframundo,
no maldigas a ese amor que echó raíces en tu alma.
No maldigas a los dioses imperfectos del Olimpo
que tenía él en su mirada
ni a la mítica ciudad
de la legendaria Edad de Oro
que surgía solo al verlo.
No maldigas al poder afrodisíaco de sus abrazos.
No maldigas a ese amor
que aún abrigas en silencio.
Tus palabras lo maldicen,
pero sabes que en el fondo de tu alma
condenada y victoriosa,
donde nadie puede oírte,
solo pides plenitud del cielo para él.
Mi perversa Dama de Vermut,
no maldigas ese amor que echó raíces en tu alma.
No estás sola en el espejo.
Aquí estoy para endulzar
tus amargas pesadumbres en el tártaro.
La Dama de Vermut:
Puedo contarte la historia más punzante de este mundo,
contarte cómo él encadenó mi alma
a sus ojos infinitos
sin brindarme
una sola gota de su amor.
Contarte cómo yo moría de sed
durante más de siete largos años
en la desolada fosa
de su cruel indiferencia,
contarte cómo yo me lastimé la vida tantas veces
al pensar que en algún tiempo
él me llegaría a amar.
Le escribí poemas
venerando su mirada invencible
y sus labios de cereza y fuego.
Le escribí dejando mi alma desgarrada en cada verso,
pero el mundo nunca vio la dulce muerte
escondida en las figuras literarias
que por él yo diseñé.
Nunca vio mi cielo delirando.
Solo yo sufrí mis siete vidas
contemplando el sol de mis mañanas de diamante disiparse.
No hay más esplendor en estas calles
sin el ritmo de su caminar,
sin sus buenos días con sabor a spanish coffee .
Ya no hay más claveles rojos en España,
no hay claveles que perfumen
el crepúsculo de hielo y de desolación
que golpea el mes de marzo.
El silencio es el aroma despiadado de las calles.
Hay heridas de vermut ,
de amor y de muerte
en el vasto cielo de Madrid,
hay heridas en el alma
que no dejan de sangrar.
Lo maldigo
para no escuchar mi sangre cuando grita.
Lo maldigo
para que se calmen los demonios
que engendramos en el cielo
de las fábulas eternas.
Pero, cada vez que lo maldigo,
me maldigo yo también.
Cada vez que lo maldigo,
me condeno a venerarlo
desde la profundidad del inframundo,
separada de la tierra,
de los mares,
de los cielos,
del aroma de café de su mirada.
Estoy sola en el espejo.
No hay reflejo que me pueda confortar.
Doblemente condenada estoy.
Condenada estoy por él,
condenada estoy por ser
esa cosa ilimitada que existió primero.
La Dama de Vermut
[1] Spanish Coffee: Coctel cuyos ingredientes son: Licor 43, café, crema fresca batida. Lo encuentras en @almacocteleria
[2] Vermut: Es un vino fortificado con sabor a botánicos, como raíces y cortezas, hierbas y flores. Lo encuentras en @almacocteleria