No son dignos ni del aire,
ni del cielo,
ni del suelo,
ni del mar.
Mientras ellos aún presiden
ignorando la miseria
que destroza a los espíritus abandonados,
este mundo muere lento
con las manos extendidas y vacías.
El deseo de mi alma es contemplar la risa
de los limpios corazones de la tierra.
Pero no,
es interminable su silencio,
es eterna su agonía,
dolorosa su resignación.
Y aquí estoy yo,
un demonio temerario que lee,
que piensa,
que duda,
que existe;
y al igual que una excelsa minoría
de idealistas despreciados
hoy recibo una ridícula condena
por querer mostrarle al mundo
la verdad desabrigada,
la verdad a plena luz del sol.
Y mi espíritu se muere
en las alas insensibles de la desesperación
al saber que, en esta dimensión,
la mediocridad se encumbra
con la ayuda de la inmensa mayoría.
¡Ideal de perfección,
no te arrodilles,
porque, aun siendo imperfecto,
seguiré yo venerando tu entereza!
¡Ideal de perfección,
evoluciona,
no detengas tu camino hacia la cima!,
porque aquella multitud de cobardía
que dispara cuando vuelas
como tú anhela ser.
Cuando deje de escucharse
el ritmo de los corazones
de los hombres idealistas,
este mundo irremediable
quizás alce la mirada
valorando su grandeza.
Los mortales necesitan liberar su consciencia
de la esclavitud interna
que los hace respaldar tanta opresión y dictadura.
Los mortales necesitan desvestirse
de las dudas y los miedos,
necesitan levantarse de las ruinas
y creer sin más recelo
en sublimes ideales.
¿De qué color es mi ideal?
Mi ideal es del color
de las aves de altos vuelos.
Mi ideal tiene sabor a excelsitud,
es como el brandy Alexander
que disfrutas en los bares de Madrid.
Mírame
como si mirases todo el cosmos
desde el trono de palmeras
y de esplendorosas playas.
Escúchame,
que la vida es un brevísimo período
y el café cuando se enfría
ya no vuelve a calentar el alma de los vivos:
«Es preciso ver el rostro
de la auténtica veracidad
sin maquillaje ni antifaces.
Te regalo mi semblante
para que lo leas en tus noches más confusas.
Es preciso sumergir el alma en la existencia
del saber que nos libera,
sumergirla en lo real, lo verdadero.
Te regalo mi poesía maldita
para que jamás regreses al redil».
La Dama de Negroni
*Brandy Alexander: Coctel cuyos ingredientes son: Brandy, licor de cacao oscuro, leche y nuez moscada rallada. Lo encuentras en @almacocteleria