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Cuando termine esta pandemia, volveré

Actualizado: 1 ene 2022


Me sabe a hiedra esta ausencia inmerecida,

cada segundo es un suspiro doloroso

sin el verde de tus ojos refulgentes.

Todo es normal en este mundo

sin tus eminentes clases de estrategia empresarial.

Nada es tan extraordinario

como el tiempo que pasaba contemplando

tu deidad insuperable.

Pero tengo que fingir que soy feliz en el Caribe

para que el sol que conocí en España

no se burle del pendejo amor

que me tengo que tragar por ti.



Las horas corren impacientemente por la casa

mientras yo sigo sentada en aquel tiempo

que una tarde se detuvo en las miradas

que cruzaron nuestras almas.

Y al mirar el cielo rosa

que antes recorrí descalza

me entristece al verlo

tan inmensamente azul e interminable.

No es el cielo que pintamos

con el beso que nos dimos al mirarnos.



Aún me sigue estremeciendo

tu discurso inspirador

de maestro inalcanzable.

Es que tú

te pareces a tantas dimensiones desconocidas

donde abandoné partículas

de mi alma independiente.



Eres lo que más anhelo al despertar;

y esta madrugada eterna

me ha pintado un sueño eterno aquí en el rostro

que me habla de un futuro en Salamanca junto a ti.



¡Yo deseo caminar por los senderos

que se esconden en el viento

para llegar a tus brazos!

¡Yo deseo aprisionar la luz del sol de mi Quisqueya

y esconderla entre tus manos!

Pero solo puedo contemplarte en tus fotografías.

Solo puedo acariciar tu piel de dios indestructible

cuando sueño que te tengo.



Aún recuerdo aquellos tiempos

que la historia diseñó para nosotros

en el Viejo Mundo.

Mientras los dioses de la creación

descansaban en los tronos

que los hombres edifican,

nuestros cuerpos se gozaban en invierno.

Nos amábamos de madrugada.

Y en la oscuridad del mundo

descubrimos los secretos más oscuros de la vida.

Solo usted y yo sabemos

del misterio de las almas

que se esconde allí,

en los ojos de la bella humanidad.



Cuando sienta que mi vida se derrumba,

llegaré a través de ti

a las noches arrinconadas en nuestro pasado,

invadiré las madrugadas nuestras

y esclava de nuestros recuerdos me proclamaré.



Es que cuando llega tu sonrisa a mi memoria

mi existencia resplandece.

Es que cuando a mí regresas

con el verde oliva de tus ojos

siento que todas mis fuerzas se renuevan

y eres tú ese gran motivo

que me toma de la mano

y me ayuda dulcemente

a escalar hacia la gloria.



Cuando termine esta pandemia, volveré.

El Atlántico será un camino corto para mí,

un camino que yo cruzaré feliz

porque sé que al final tú me esperarás.



Tus verdades provocaron que mis ojos

se quedaran atrapados en tu aura.

Y presiento que las horas que pasé a tu lado

me perseguirán eternamente

hasta que te olvide,

o hasta que decida venerarte para siempre

o hasta que germine en mis entrañas

el último trago memorable de un boulevardier .



¡Cuando termine mi venganza,

te lo juro por la muerte

que ha venido del Oriente,

volveré!



¡Yo deseo apoderarme de lo que es eterno!

Apoderarme de tus ojos, por ejemplo,

porque allí descendieron los misterios más profundos

de aquel verde con que se engalanan los olivos.



Tú, mi alma idealista,

aliado y antagonista ideal,

seguirás viviendo en la memoria de la historia.

Tu presencia seguirá resplandeciendo

aquí en mi templo,

porque las almas grandiosas nunca palidecen.

Caerán los siglos abatidos,

pero tú seguirás estremeciendo al mundo

y a mi cuerpo

porque es exactitud lo que cantan tus palabras.



Me impresiona verte superar

todos los límites de la mortalidad,

verte crear lo verdadero,

ver cómo lo verdadero reencarna en ti.



La Dama de Vermut


 

*Boulevardier: Coctel cuyos ingredientes son: Bourbon o Rye, Campari, Sweet Vermouth y naranja. Lo encuentras en @almacocteleria

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